Esa época en la que empiezas a darte cuenta de que ya nada es como antes. No haces las mismas cosas que hacías, no vas a los mismos sitios de siempre, ya no vas con la misma gente... Y es que así son las cosas, en esta y en cualquier otra vida.
Cambias tus preferencias, te responsabilizas de tus actos, pones en orden tu mente, intentas corregir antiguos errores. Hasta puede que procures decir las palabras correctas para no ofender a nadie.
No sé por qué todo tiene que estar basado en el “cambio”. Me he pasado la vida (desde que tengo uso de razón) escuchando: “si no te gusta, cámbialo”, “si no te ves bien, cambia”... Luego están esas personas que te dicen que has cambiado por el simple hecho de no saber que, al irse, fueron ellos los que cambiaron. Cambio. Cambio. Cambio.
El hecho no es cambiar, el hecho es encontrarse cómodo, en la mejor manera que a ti respecte, sin importancia del resto. Ser ajeno a la crítica exterior. Ese sería un buen cambio. Porque lo que un día no te importaba que sucediera, puede incomodarte, tanto a ti como al que se encuentre a tu alrededor. Y tenga algún efecto en tu vida porque no querías que esa fuera la causa. Y si quieres que algo vaya bien, que algo cambie, haz por cambiarlo, de la mejor manera posible. Porque, ¿qué sentido tendría cambiar algo a peor? Ya tendrías que tener bastantes motivos para hacer que te odien (aunque yo siempre he buscado la mejor de las maneras para que me acaben cogiendo un pelín de retintín, a veces, incluso bastante).
Cambiar o no, es decisión de uno mismo. Pero yo (y tonta de mi) lo haría pensando en quién podría tener más efecto, y si sería bueno o malo.
Cambiar es decidir, y que nadie decida por ti, si no quieres que te cambien por ser como ellos; si no quieres que te cambien para ser uno de ellos. Cambia a tu gusto, si lo ves oportuno. Porque a veces cambiamos sin darnos cuenta y hacemos todo lo posible por volver a hacer lo que hacíamos, por volver a ser lo éramos. Cambia. O no cambies. Mejora siempre, en todos los aspectos de tu vida.
Cambias tus preferencias, te responsabilizas de tus actos, pones en orden tu mente, intentas corregir antiguos errores. Hasta puede que procures decir las palabras correctas para no ofender a nadie.
No sé por qué todo tiene que estar basado en el “cambio”. Me he pasado la vida (desde que tengo uso de razón) escuchando: “si no te gusta, cámbialo”, “si no te ves bien, cambia”... Luego están esas personas que te dicen que has cambiado por el simple hecho de no saber que, al irse, fueron ellos los que cambiaron. Cambio. Cambio. Cambio.
El hecho no es cambiar, el hecho es encontrarse cómodo, en la mejor manera que a ti respecte, sin importancia del resto. Ser ajeno a la crítica exterior. Ese sería un buen cambio. Porque lo que un día no te importaba que sucediera, puede incomodarte, tanto a ti como al que se encuentre a tu alrededor. Y tenga algún efecto en tu vida porque no querías que esa fuera la causa. Y si quieres que algo vaya bien, que algo cambie, haz por cambiarlo, de la mejor manera posible. Porque, ¿qué sentido tendría cambiar algo a peor? Ya tendrías que tener bastantes motivos para hacer que te odien (aunque yo siempre he buscado la mejor de las maneras para que me acaben cogiendo un pelín de retintín, a veces, incluso bastante).
Cambiar o no, es decisión de uno mismo. Pero yo (y tonta de mi) lo haría pensando en quién podría tener más efecto, y si sería bueno o malo.
Cambiar es decidir, y que nadie decida por ti, si no quieres que te cambien por ser como ellos; si no quieres que te cambien para ser uno de ellos. Cambia a tu gusto, si lo ves oportuno. Porque a veces cambiamos sin darnos cuenta y hacemos todo lo posible por volver a hacer lo que hacíamos, por volver a ser lo éramos. Cambia. O no cambies. Mejora siempre, en todos los aspectos de tu vida.
Comentarios
Publicar un comentario