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Mostrando entradas de 2016

Navidad sin esperanza

Anoche, me di cuenta en la cena de Nochebuena lo realmente triste que es ver cómo cada vez está más vacía la mesa. Y no me refiero a la comida, sino a los familiares que siguen su curso de la vida. Nacer, crecer, reproducirse y morir. Y morir tan solo dos semanas antes de la Navidad. Y morir tan solo un mes antes de cumplir un año más de vida (irónico, quizás).  Hoy ha faltado mi abuelo. Hace 10 años que lleva faltando mi otro abuelo. Y mis padres decidieron que era mejor no juntar a mis abuelas por si se ponían a hablar del tema y acababan llorando en plena cena. Son tristes algunas decisiones, pero así son las realidades. Duras. Y difíciles de aceptar en, según, qué momento. Llevo unos 9-10 años sin ilusión por la Navidad, y cada año que pasa siento que la pierdo más. Y ya no es por saber qué me regalarán, puesto que yo misma voy a comprármelo o le digo a mi madre que me gusta "esto o esto, decide tú". Sino, por pasar de ser 8 en la mesa hace 11 años, a ser 5 a día de

Seis años de mi vida.

Tan solo cinco días más, solo cinco días para despedir los seis mejores y peores años de mi vida. Como toda cosa en esta vida (y seguramente en cualquiera) hay algo bueno y algo malo. Por un lado está lo malo. He de decir que siempre he buscado lo malo del instituto. Profesores con los que no estás de acuerdo, ya sea en la forma de dar las clases, hacer los exámenes o en cómo los corrige. Compañeros que te irritan. Montones de trabajos y deberes por hacer y exámenes por estudiar. Y no solo eso, también madrugar. Con lo que a mí me cuesta. Con la mala leche que eso me produce. Porque todo hay que decirlo: a nadie le provoca felicidad estar en un sitio por 7h o incluso más, por todos aquellos “me quedo a comer en el insti, que tengo examen por la tarde", sobretodo con los de Historia con Zayas. Pero por otro lado está lo bueno. Profesores que pretenden ayudarte en todo lo posible, que te animan, y más a estas alturas del curso, a no rendirte y ”empujar un poco más, que ya n

Las matemáticas de la vida

Hoy, no hace mucho, estuve pensando qué rápido pasa el tiempo y cómo cambiamos algunos. Sí, me incluyo. Tengo la sensación de haber cambiado cada vez que echo la vista atrás y veo que, aunque no quisiera, las circunstancias lo requerían. Aunque me viera sola en muchas ocasiones, fue la mejor decisión. Y no porque me dejaran sola, antes que ocurriera, prefería alejarme yo. Porque es que hay gente que no necesita dejarte, pues te divide incluso cuando está contigo. Y siempre es mejor marcharse antes de romperse. Aunque duela irse, quedarse duele todavía más. Y lo peor de todo es irse después de haber sido un juguete con el que jugaron y después rompieron. Uno no siempre se da cuenta de qué es lo que está haciendo hasta que se ve reflejado en el charco, manchado de barro hasta las cejas. Porque si me paro a pensar, parece que no siempre haya tenido suerte en esta vida, o quizás soy yo, que prefiero hacerme víctima. Pero me he dado cuenta de que hace tiempo que dejé de distinguir aquel

¡¡Feliz día de la madre!

Creo que no hay mejor canción que defina lo que se siente por una madre. ¡¡Feliz día de la madre!!

Vida penitenciaria

Haz que no parezca amor. Que es lo que se lleva ahora. Tú dices libre y yo digo cobarde. Cobarde todo aquel que no es capaz de comprometerse con el instante. Cobarde todo aquel que no esté presente cuando el otro está desnudo y vulnerable. Cobarde todo aquel que puso un límite desde el principio. "Yo es que no quiero nada serio", como si no fuera lo suficientemente serio estar dentro físicamente de otro ser humano. "Yo es que no creo en las etiquetas", como si ponerle nombre a las cosas fuera algo malo. "Yo es que busco pasar el rato", como si la vida fuera para siempre. Hay algo tan neurótico en nuestra manera actual de relacionarse, tan irrespetuoso con la vida, tan impaciente. Y queremos más: más picante, más gorda, más grandes, más altos, más guapas, más fuertes, más delgadas. Nos aburrimos porque no nos soportamos a nosotros mismos. Porque no queremos que nadie nos conozca. Porque es más sencillo empezar de nuevo cada dos años vendiendo nuestra mejor

Vida: brillante o apagada

Hoy, no hace mucho, estuve pensando qué rápido pasa el tiempo, y cómo cambiamos algunos. Sí, me incluyo, porque me doy cuenta que el cambio es indispensable en la vida de cualquier ser vivo. No hay más que compararse (aunque sean odiosas las comparaciones), no hay más que ver que no podemos pretender ser como una vez fuimos. Hay muchas situaciones vividas que nos hacen cambiar. Nunca se sabe si para bien o para mal. Y personas, personas que nos hacen ver el mundo desde el otro lado del catalejo, para que podamos observar que hay múltiples estrellas en el cielo y que por mucho que brille una de ellas no debemos dejar de observar las que se están apagando, las que un día fueron tan luminosas hasta que decidieron apagar su luz porque se vieron solas en un espacio tan inmenso. Y verse solo ante cualquier situación es motivo de apagar tu propia luz, de encerrar tu seguridad, de disminur tu estima, de vivir del olvido... Hasta que llega alguien, que te hace ver que no tienes por qué tirar la