Anoche, me di cuenta en la cena de Nochebuena lo realmente triste que es ver cómo cada vez está más vacía la mesa. Y no me refiero a la comida, sino a los familiares que siguen su curso de la vida. Nacer, crecer, reproducirse y morir. Y morir tan solo dos semanas antes de la Navidad. Y morir tan solo un mes antes de cumplir un año más de vida (irónico, quizás). Hoy ha faltado mi abuelo. Hace 10 años que lleva faltando mi otro abuelo. Y mis padres decidieron que era mejor no juntar a mis abuelas por si se ponían a hablar del tema y acababan llorando en plena cena. Son tristes algunas decisiones, pero así son las realidades. Duras. Y difíciles de aceptar en, según, qué momento. Llevo unos 9-10 años sin ilusión por la Navidad, y cada año que pasa siento que la pierdo más. Y ya no es por saber qué me regalarán, puesto que yo misma voy a comprármelo o le digo a mi madre que me gusta "esto o esto, decide tú". Sino, por pasar de ser 8 en la mesa hace 11 años, a ser 5 a día de
Soy una futura estudiante de Marketing y Publicidad. Apasionada de la vida desde un punto de vista un tanto cinematográfico. Enamorada de las novelas románticas. Respetuosa y sincera ante la gente. Responsable de mis actuaciones. Feliz de ser quien soy y esperanzadora de con quien seré.