Anoche, me di cuenta en la cena de Nochebuena lo realmente triste que es ver cómo cada vez está más vacía la mesa. Y no me refiero a la comida, sino a los familiares que siguen su curso de la vida. Nacer, crecer, reproducirse y morir. Y morir tan solo dos semanas antes de la Navidad. Y morir tan solo un mes antes de cumplir un año más de vida (irónico, quizás).
Hoy ha faltado mi abuelo. Hace 10 años que lleva faltando mi otro abuelo. Y mis padres decidieron que era mejor no juntar a mis abuelas por si se ponían a hablar del tema y acababan llorando en plena cena. Son tristes algunas decisiones, pero así son las realidades. Duras. Y difíciles de aceptar en, según, qué momento.
Llevo unos 9-10 años sin ilusión por la Navidad, y cada año que pasa siento que la pierdo más. Y ya no es por saber qué me regalarán, puesto que yo misma voy a comprármelo o le digo a mi madre que me gusta "esto o esto, decide tú". Sino, por pasar de ser 8 en la mesa hace 11 años, a ser 5 a día de hoy.
No es que haya tenido mucha suerte con la familia, he de ser sincera. No poder felicitar las fiestas a mi primo en mitad de la calle porque no me reconocería, ni siquiera poder decirle un "¡Hola!" porque diría "¿Quién me ha saludado?". Pues no, no he tenido mucha suerte.
No me esperaba que fueran a ser así de "solitarias" estas navidades(por llamarlo de alguna forma).
Espero que el resto de mis conocidos haya podido pasar una feliz y alegre velada en estas Navidades 2016.
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