A veces, pienso las cosas demasiado para una cosa tan simple. En cambio, para otras situaciones más complicadas, reacciono de la forma más impulsiva que se me venga. Otras veces, pienso lo mucho que me cuesta hablar sobre un tema. Y otras, hablo de cualquier cosa con total facilidad y naturalidad.
Me he dado cuenta de que me pasa muy a menudo. Lo de no hablar sobre ciertos temas con determinadas personas. Es algo que nunca se lo he comentado a nadie (y si lo he hecho, ha sido a pocas personas), pero no digo/ hago algunas cosas por miedo a "meter la pata" con esa persona, porque realmente me importa lo que piense y opine sobre mí. Algunos dirán que no debería importarme lo que opinen los demás. Pero sí que me importa la opinión de aquellos a los que aprecio y confianza tengo. Y, a veces, me es más costoso cuando se trata de mi pareja. Muchas veces no sé cómo actuar, ni cómo reaccionar, ni tengo tema de conversación. Ridículo. Lo sé. He intentado corregirlo millones de veces, e incluso me atrevería a decir que lo he logrado con mi pareja. Contarle todo lo que me pasa, a cada instante, y todo lo que se me ocurra. Pero a veces pienso que cuento demasiado y recibo bien poco. Dudo de la confianza que haya. Cosa que no debería hacerse. Pienso que a día de hoy me esfuerzo por seguir adelante y no veo nada por la otra parte. Pongo todo de mí, cuando nunca lo he hecho. Eso creo que nadie lo valora. Abrirse a alguien es algo costoso.
A veces, pensando sobre este tema, me digo que tanto esfuerzo no merece la pena y para qué seguir con esto. Porque ni mucho menos quiero estar atada a alguien que no me quiere retener. Que me deja la puerta abierta y yo la intento cerrar con pestillo. Supongo que este es otro tipo de amor ciego. Amor de pestillo.
Comentarios
Publicar un comentario